TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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viernes, 13 de abril de 2018

«LA VECINA COJA» de ANASTASIO GARCÍA


Golpes de bastón, pausados y lentos, me anuncian que se acerca y como cada mañana “saludo a la anciana vecina cojaal verla pasar delante de mi puerta. Son ya tantos los años que ni me acuerdo cuando entré por primera vez en esta portería, años conviviendo con el vaivén de los vecinos, viéndolos subir o bajar estos tres peldaños que llevan al rellano y que se ha convertido hace ya bastante tiempo en una especie de sala de espera en la que la mayoría de los vecinos tienen que detenerse para recuperar fuerzas después de escalarlos.
Pasos cansados, sin apenas levantar el pie del suelo, la conducen hacia esa frontera, a veces, infranqueable. Una vez llegado al abismo comienza la verdadera aventura. Cogerse a la baranda con el miedo del que cuelga de una cuerda en un puente. Levantar el pie tembloroso, colocarlo con firmeza en el escalón y verificar que toda la planta está dentro del mismo para asegurarse una parte del éxito de esta aventura. Es la primera etapa de esta odisea. Una vez conseguido, viene la siguiente parte; la de impulsarse para elevar el peso del cuerpo hacia arriba. Y es el otro pie, en este caso, el que interviene iniciando el movimiento con el despegue de talón del suelo. Con el pie que primero se ha apoyado hay que empujar hacia abajo para forzar los músculos de la pierna que son los que ayudarán a ascender la escalera. Todo este juego de malabares se repite tres veces con la precisión y lentitud de un relojero suizo. Tres veces son las que el engranaje tiene que ponerse en marcha y tres veces son las veces en que la impotencia se apodera de ella. Un pequeño patio interior comunica todos los apartamentos de la finca cuya salida al exterior son estas tres escaleras y un pequeño pasillo que conducen a la puerta. A veces pienso que estos tres peldaños se han convertido en los barrotes de una celda privando de libertad a algunos vecinos. Antes todo era vida, los niños, las risas, los vecinos y las verbenas que organizaban en el patio algunas noches. Daba igual que hiciera frío o calor, que fuera invierno o primavera, el caso era divertirse. Ahora todo es silencio y oscuridad. El edificio agoniza con sus dueños.
Mi vecina coja sale hacia su peregrinación diaria, lo que le hace vivir en los últimos años, sobre todo desde que subieron a su marido por estas tres escaleras. El ritual ha empezado bien pronto por la mañana. El pelo largo y enmarañado se transforma en un moño, lenta y pausadamente se va recogiendo el pelo. Una vuelta y otra y otra vuelta. Las manos le tiemblan. Lentamente continúa con la impronta de los años en los huesos. Ve a Antonio reflejado en el espejo. Está sentado en el borde de la cama. Lleva unos pantalones marrones un poco veraniegos, camisa blanca almidonada y un chaleco marrón a cuadros pequeños. Solo le falta colocarse el sombrero y la chaqueta y estará listo para salir. Ella hace como si no se hubiese dado cuenta. Le brillan los ojos y una sonrisa se dibuja en el rostro de su marido. El pelo negro y encerado resalta sus profundos ojos oscuros. Esta mañana el moño se resiste, le tiemblan las manos. La mirada de Antonio le desata unas cosquillas que le recorren todo el cuerpo, y es que la pureza de su mirada es la de los ángeles. Antonio se mira las manos, estudia sus finos dedos. Seguro que se está imaginando las melodías que pueden salir de ellos cuando se siente en el piano. Ella siempre ha pensado que formarían un buen dúo aunque sus géneros fueran diferentes, combinar lo clásico con lo pagano. El arte con el arte. Otra vuelta y una última tal y como se lo había enseñado su abuela Rosalía. El pelo bien tirante y el moño bien apretado hacen de una mujer alguien bastante respetable y elegante. Esa era la consigna de su abuela.

“El mango del bastón
se encoge a cada paso.
Intuimos el dolor”

Y es que cada mañana después de su ritual sale a la calle, a veces acompañada por Fátima  sus manos, sus pies y últimamente su cabeza y se deja llevar, Ramblas abajo, a pesar de que sus pies parezcan algunos días que se han enraizado en el suelo impidiéndole avanzar. A veces cada paso le cuesta una lágrima, un suspiro o incluso la vida y es que los años de farándula, de cante y baile pertenecen bien atrás al siglo pasado. Lejos quedaron los aplausos y las ovaciones tras noches de éxito. Esas noches se sucedieron durante algunos años hasta el fatídico día en que todo se apagó, el día que hubiera dejado de respirar sino fuera porque la respiración es un mecanismo reflejo.
Paso a paso y lentamente, va avanzando abriéndose camino entre voces, gestos y palabras en mil idiomas. Pasa por los quioscos antes habitados por la Fabiana, la Carmela o María la de Sevilla.

“La única hoja que queda en el otoño
baila en la calle
la danza de las mujeres solas.”

Y es que todas se fueron marchitando poco a poco, como las flores que vendían, hasta que se secaron. Mujeres luchadoras. Allí estaban impertérritas día tras día, como los plataneros que crecían a ambos lados viendo pasar las horas a la espera de algún enamorado o de alguna celebración, no siempre festiva, que requiriera unas flores.
Mi vecina coja avanza con esfuerzo y dificultad. A veces tiene la sensación de que el suelo succiona sus pies y le impide levantarlos. Un impulso, un esfuerzo lento y pausado hace que vaya recorriendo camino. Poco a poco, como el agua que perfora las piedras va avanzando. De vez en cuando se detiene para poder continuar y es que las fuerzas se disipan con cada paso.
No hay nada, solo sus amigas floristas y unas cuantas personas deambulando. Los coches son escasos y el sol se abre paso entre las jóvenes hojas de los plataneros. Hace una tarde agradable de principios de primavera, va cogida del brazo de Antonio y pasean lentamente, disfrutando de las caricias, del sol y del viento que se empeña en desbaratar el moño. Su hijo revolotea a su alrededor, carreras y risas invaden su espacio. No tiene que tardar mucho, en dos horas tiene que estar en el teatro. El último espectáculo está siendo un éxito y el nombre de María Palacios empieza a ser universal. Se siente feliz, colmada de vida. Su hijo, Antonio y los éxitos la llenan por completo. Se dice que tiene que ir a Santa María del Mar a poner una vela a la virgen para agradecerle tanta dicha. Quizás mañana cambie el itinerario del paseo y lo haga aunque le gusta pasear por las Ramblas, ya que siempre están vestidas de fiesta. Los quioscos de flores y la alegría de su gente la hacen especial.
Antonio está guapísimo con su traje marrón que se mezcla con la calidez de la tarde. Se siente dichosa. Más que los aplausos, lo que la reconforta es su presencia. Su hijo vuela de abajo a arriba y de arriba abajo deteniéndose ante cualquier cosa que le llame la atención.
El ruido de una sirena le hace salir de sus pensamientos. Nota la mano de Fátima sobre su brazo advirtiéndole de un pequeño orificio en el suelo que le hace desviarse un poco de su trayectoria. Comienza a divisar el horizonte detrás del dedo de Colón, ese horizonte que nunca cruzó, en donde todas sus ilusiones desaparecieron como el humo en el agua. Ese día se marchitó como después lo hicieron la Fabiana y todas las que le siguieron.
Poco a poco se acerca y el mar se va dibujando en sus ojos. Allí se parará y pensará en lo que nunca pudo ser. Han sido días de nervios y de emociones. Ese nuevo continente, el señalado por Colón, es el destino. Hay que cerrar algunos contratos y él está impaciente por partir. Ella irá un poco más tarde, cuando acabe su contrato en el teatro del Liceo y emprenderá una gira que empezará en Argentina, pasará por México y terminará en Nueva York, la ciudad que inspiró a su admirado Federico a escribir sus poemas.
Aunque ella no lo conoció, sus padres le contaban sobre las tardes de verano y primavera que habían pasado en la huerta de San Vicente debajo de la parra que cubría la entrada de la casa. Le contaban cómo Federico tocaba el piano embelesándolos a todos y cómo su padre, algunas veces, se arrancaba a bailar. Su padre, miembro de una de las familias de gitanos más conocidas del Sacromonte era un artista consagrado que había bailado en los escenarios más importantes del país. La boda de sus padres fue un escándalo, toda Granada habló de ellos durante meses y es que no podían imaginar, ni menos creer, que la hija de los Venegas hiciese ese tipo de casamiento.
La familia de su madre, que proviene de musulmanes conversos de tiempos de los Reyes Católicos, siempre había y ha disfrutado de buena posición y de dinero. No en vano forman una de las familias más antiguas de la Granada católica. Sangre árabe y gitana se unieron y dieron como fruto cinco hijos. Ella, la más pequeña, había heredado el arte de su padre y la belleza de su madre. Había crecido en un Carmen a los pies de la Alhambra y disfrutado de los tiernos días de primavera hasta que Antonio se cruzó en su camino, un joven catalán que conoció en el teatro Isabel la Católica cuando apenas contaba con veinte años. Él era el pianista y tras el espectáculo se encontraron en la cena organizada para tal evento y allí fue donde comenzó todo.
Antonio partirá en tres días. Se volverán a ver en Buenos Aires en un mes. A ella le quedan dos semanas para cerrar la temporada en Barcelona y luego partirá hacia su debut en América y allí quiere triunfar como ya lo hicieron otras antes que ella.
Sus pies parecen ruedas de carreta atascadas en el lodo. Moverlos es como levantar mil toneladas. Esta mañana se ha levantado mal. Le duelen a rabiar. Sus articulaciones apenas le permiten moverse y los músculos están rígidos y no obedecen a sus movimientos. De vez en cuando una especie de descarga eléctrica asciende y le recorre la columna vertebral llegando a la cara y dibujándole una mueca de dolor que se ahoga en un suspiro. Se sienta a descansar a los pies de Colón para poder emprender el camino de vuelta. Es casi mediodía y llegar a casa le costará un poco más de media hora. Mañana, si sus pies se lo permiten, repetirá el paseo como lo hacía cada día del brazo de Antonio.
Todo el teatro está en silencio conteniendo la respiración. Una luz blanca comienza a dibujar su silueta en el escenario. Poco a poco asciende sobre su cuerpo envolviéndola de un aura celestial. Va vestida con un traje negro y ajustado hasta las rodillas en donde empiezan a nacer los volantes, también negros, hasta rematarse en una cola de un poco más de un metro. El pelo recogido en un moño, un ligero maquillaje y unos pendientes de oro y brillantes en forma de aros regalo de su madre resaltan sus delicadas fracciones.
La guitarra empieza a sonar por bulerías componiendo acordes fiesteros y alegres que invaden el escenario durante unos minutos. Poco a poco la música y ella se van fusionando, estableciendo una comunión mística que la hace elevarse a los cielos. Los acordes de la guitarra suenan como  voces angelicales y su cuerpo empieza a estremecerse y se tensa comenzando la danza que la llenará de gracia y la transportará al edén. Las manos acarician el aire y su cuerpo se retuerce al compás de la música. Comienza el baile y toda la tensión acumulada empieza a disiparse con cada paso y vuelta. Su nivel de concentración es tal que ni siquiera se da cuenta que el silencio absoluto cubre el teatro. Siglos de arte se muevan a su compás. La rabia, fuerza, energía, el sudor y las palabras de miles de generaciones salen por sus poros. En ese momento no se siente nadie, sino únicamente la transmisora del vigor y el brío de los pueblos, de las gentes y su cultura. Su corazón late al mismo ritmo que la guitarra y el público vibra a cada paso y movimiento.
Tras unos minutos besando el aire comienza el taconeo con su cuerpo. Se inclina hacia adelante ganando estabilidad y velocidad. La fiera está preparada para atacar al público. Apoya los dedos del pie en el suelo quedando el tacón por encima, en el aire y de un golpe brusco, de forma seca y con fuerza, deja caer el peso del pie en el suelo sonando un taconeo rítmico y continuo. La guitarra ha dejado de gemir y es ella la que con sus pies lleva todos los acordes de la danza.
El tacón cada vez golpea más rápido y seguido sintiéndose subir, ascender, levitar. Su cuerpo se retuerce, su alma se le escapa, no se siente dentro de ella y poco a poco empieza a alcanzar el éxtasis, el trance.
El ritmo de su taconeo y palmas se incrementa, se agranda, se amplia, se acrecienta, se intensifica, se potencia, se multiplica haciéndola transportar al clímax, al summum, a las puertas del paraíso. Taconeo, palmas, palmas, taconeo, taconeo, taconeo y palmas. No siente nada, solo su respiración y de pronto…
…un látigo y una descarga eléctrica le recorre todo el cuerpo dibujándole una mueca de dolor infernal en el rostro. Siente que algo le ha pasado, se siente confusa. Siente el tobillo desgarrado, roto, que ya no es suyo. No puede respirar ni tampoco mantenerse en equilibrio. Siente el frío de las tablas sobre su cuerpo y un grito de dolor, el más desesperado de todos los gritos de dolor sale de su boca.

“Un cielo sin nubes
remeda su tristeza.
Los días han dejado de brillar.”

Anastasio García.
Finales 2017-principios 2018.
Actividad basada en el poema “MI VECINA COJA” de GABRIEL ALEJO JACOVKIS.


7 comentarios:

  1. ¡Hola Anastasio!


    ¡Me encanta tu cuento!
    Has contado la historia de Maria con mucho arte, alternando entre presente y pasado en un texto rítmico, cargado de emociones, sensaciones y sentimientos, y llevando el lector hasta un dramático final para una artista bailarina gitana cuando se le rotó el tobillo sobre la escena y se rotaron sus sueños al mismo tiempo.
    Me gustan los versos del poeta Gabriel Alejo que citaste así como cuando hiciste alusión a Federico García Lorca, el poeta pianista.
    Tu cuento es emocionante y lleva dentro unos sentimientos de humanidad y generosidad al describir el patio del edificio y también la vecina que sobrevive en el recuerdo cuando se pasea en Las Ramblas.
    ¡Qué descripciones preciosas cuando Maria baila! Casi se materializa en mi oído y delante mis ojos…como si yo fuera presente.

    ¡Felicidades amigo!

    Rkia

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado el final, el objetivo era ese, el llegar a reproducir el momento álgido del bailem transportar al lector al patio de butacas aunque no sé si lo he conseguido.

      Muchas gracias de nuevo
      Anastasio

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  2. Oh!! Parece que no dejaré de repetirme alabando vuestro trabajo. Algunos de mis poemas son pequeñas historias abiertas a la imaginación del lector. Es el caso de "La vecina coja". Que haya inspirado un relato tan bien escrito y desarrollado, Anastasio, me hace sentir que ha cumplido su objetivo. Un abrazo, felicitaciones y muchas gracias.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Gabriel por tu comentario. Me alegro mucho que te haya gustado mi historia.

      Muchas gracias de nuevo porque sin tu "Vecina coja" la mía no hubiera sido posible.

      Un abarazo,

      Anastasio

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  3. Anastasio tienes la pluma de un gran escritor, la verdad!
    Tu texto viene de una inspiración de un gran y precioso poeta Gabriel Alejo. Tu texto es muy bien elaborado y el resultado de una fina búsqueda en la vida de una mujer anciana pero con ideas y comportamiento positivos.
    Bravo amigo por esta interpretación muy delicada .

    ¡Felicidades!

    Bahia

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias querida amiga por tu comentario.
      Me alegro que te haya gustado el texto

      saludos,

      Anastasio

      Eliminar
  4. Anastasio, me gusta mucho tu cuento: las descripciones que conllevan imágenes, sonidos, movimientos, sentimientos- todo tan tangible; la fábula que conecta el tiempo pasado y el de ahora, la estructura que mezcla sin que se note una limite rígida, prosa y poesía (como en la vida real), o pasado y presente.

    ¡Felicidades!
    Albena

    ResponderEliminar

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Ensayando para el Día E junio 2015

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Recital 18 de junio de 2016

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Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

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Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

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Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

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Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

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Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

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