Estaba cansada, decidí dirigirme al primer hotel que
viera. No podía caminar más, ya casi no sentía las piernas. Esto de trabajar en
otro lugar que no sea tu ciudad, se nota.
Encontré un hotel encantador, se llamaba Hype Hôtel. Era un lugar muy acogedor, me dieron la habitación de la
segunda planta. Creí escuchar la voz de un hombre en la pieza contigua a la mía;
la verdad es que no me importó.
Metí la tarjeta y la puerta de la habitación se
abrió. Antes de empezar a ojear el cuarto, me quité los zapatos y dejé mi bolso
colgado del perchero. Comencé a recorrer el minipasillo, había un espejo con
un marco de plata y, debajo, una mesilla con una máquina de café; al otro lado,
estaba la puerta del baño, donde no entré porque todos los baños de los hoteles
son iguales. Seguí caminando y me dirigí a la cama, era de dos plazas; a los
costados había dos mesillas blancas con un cristal y una lámpara en cada una de
ellas. Seguí caminando y me dirigí a la ventana, era de estilo parisina, la abrí,
desde allí se veía la rotonda enfrente y a lo lejos, una parte de la Torre
Eiffel. No podía quejarme de la vista.
Se acercó la noche, me puse el pijama, y ya e iba directa a la cama cuando, de repente,
llamaron a la puerta; me quedé un poco conmovida, estaba pensado en que
quién podría ser y recordé que le había dicho a una amiga que me visitara, así
que me levanté y le abrí. En efecto, era ella.
Pasaron horas y horas, ya era de madrugada, y yo
le dije que tenía que irse porque al día siguiente trabajaba; ella se fue y yo
me acosté.
Me desperté al día siguiente y me fui
directamente a trabajar. Pero, cuando pasé delante del recepcionista, éste me
llamó, así que me di media vuelta y me acerqué.
– ¿Ocurre algo? –le pregunté.
– Me han informado de que ayer estuvo hablando
hasta muy tarde, no sé si fue por teléfono. Pero le rogamos que no haga mucho
ruido pasadas las doce –me contestó.
Pero qué me estaba diciendo, si mi amiga no había
venido tan tarde…
-No estuve hablando por teléfono, vino una amiga
a visitarme. Siento las molestias –le contesté amablemente.
– ¿Una amiga? Ayer sobre esa hora no vi a nadie entrar
al hotel, ¿está segura? –me respondió extrañado.
– Pero ¿cómo que no la vio? Si usted está sentado
aquí veinticuatro horas –le respondí preocupada.
– No, señora, está usted equivocada, aquí no
entró nadie –me respondió con cautela.
– Sí, claro que entró… Es una chica joven, con
pelo largo y moreno, ojos claros, más o menos de estatura normal. ¿Cómo es que
no la vio? Si es una chica muy llamativa –le dije.
– Señora, le repito que ayer nadie entró al
hotel, se lo puedo asegurar, tenemos cámaras por toda la recepción. Ayer usted
estuvo hablando y molestó a los vecinos –me contestó molesto…
Hidalgo
Rabat, enero de 2018.
Actividad de escritura basada en el
motivo de las historias fantásticas «La puerta condenada» (Final del juego, 1956) de
Julio Cortázar y «Un viaje o El mago inmortal» (El lado de la sombra, 1962)de Adolfo
Bioy Casares.