«MI ANGEL» de ASSIA EL OUALIDI

Y así, parece que es así, cuando tomo la decisión de que mi niño debe compartir la habitación conmigo para dormir y descansar. Estoy segura de que le ayuda a conciliar el sueño.

Lo peor es que el bebé llora en plena noche, sus llantos son intensos, no necesita que le cambien el pañal o que le den el biberón, sino que lo cojan en brazos; acabará convirtiéndose en una costumbre. Una noche más, estoy agotada, quizás sean las dos de la madrugada y estoy profundamente dormida. De repente siento un golpecito, intento ignorarlo, se me han pegado las sábanas, sigo con los ojos entrecerrados, no me importa si está o no, si está dormido o despierto, si está enfermo o tiene una pesadilla. No me importa la rutina que siga a la hora de dormir. Tengo la lengua pastosa, hace calor, quizás las luces estén encendidas, mi cara chorrea, ¡qué determinaciones tan trágicas hay que tomar! Quiero dormir para cargarme de energía .No sé si es mi niño o su peluche quien me toca  en la penumbra verde del amanecer, no dudo de que el niño está ahí y de que, de cuando en cuando, mueve su pequeño cuerpo que cambia el dibujo de la sábana blanca, no roja; no sé, todo se mezcla porque el sueño otra vez me tira hacia abajo.

Apenas escucho que gime y luego se pone a llorar, yo creo que me está tomando el pelo, porque si lo cojo deja de llorar. Pero tomar el pelo significa reírse de alguien o engañar a alguien, y un bebé no es capaz de tomar el pelo. Está pidiendo algo, seguro que está enfermo, paso mi mano por su cabecita, el niño tiene fiebre, no tengo tiempo para cambiarme de ropa , lo primero que debo hacer es correr rápidamente e ir al médico, éste me informa de que el niño tiene una enfermedad infecciosa provocada por una bacteria que afecta al sistema respiratorio y otros órganos y que puede ser mortal, el problema es que nadie tiene esa enfermedad, todo el mundo está vacunado, así que me acusa de negligencia y de ser una madre falsa, y añade que debe informar a las autoridades; yo escojo el silencio, el médico quiere separarme de mi hijo, el pequeño comienza a llorar de nuevo y termino tan agotada y frustrada que me dan ganas de sentarme a llorar, y antes de que saquen a mi hijo me despierto, me encuentro sentada en el sillón, con el peluche entre las manos, rodeada de un vaivén de invitados, la casa está decorada con globos, mi ángel está en los brazos de mi marido, yo corro hacia ellos, muy feliz, y abrazo a mi hijo con afecto.

Assia El Oualidi

Rabat, octubre de 2017.

Actividad de escritura basada en el motivo del sueño-realidad, tras la lectura de «El río» de Julio Cortázar.