TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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miércoles, 19 de febrero de 2014

“LA HUIDA INTERMINABLE” de RKIA OKMENNI



Una vez ya en mi asiento, empiezo a revivir el viaje que realicé hace diecisiete años, también huyendo, como ahora, pero con Sebastián dentro de mí  y en contrasentido. Tengo solo mis veintidós años y ando hacia el pequeño piso de Sergio, ligera, alegre y mis pies apenas pisan el suelo… Me siento tan feliz que se me escapa la luz por los ojos y por todo mi ser, lo cual provoca que la gente con que me cruzo me mire con una curiosidad mezclada de simpatía cómplice. La azafata parece haberme pedido algo y, como no respondo, me toca el hombro con cierta delicadeza para atraer mi atención, yo entonces regreso de muy lejos y ella me repite qué bebida quiero y le respondo con media sonrisa para disculparme que solo necesito agua fresca. Al mismo tiempo, siento una mirada insistente y casi indiscreta desde el asiento del otro lado del pasillo, pero ni siquiera me atrevo a volver la cabeza temiendo perder el hilo de mis pensamientos y recuerdos. Sigo atenta a lo que me hierve en la mente. Brilla un sol ligeramente cálido de principio de primavera y lo disfruto como los pájaros que pían sobre los árboles a lo largo de mi camino. Yo también tarareo una canción que ambos, Sergio y yo, solemos cantar a una sola voz por la mañana antes de irnos al trabajo. Imagino su expresión de alegría al anunciarle la buena noticia, elegiremos luego juntos el nombre según si es niño o niña y subo las escaleras hasta la tercera planta lentamente y con cuidado, como haría cualquier futura madre como yo y pensando que debemos hacer algo para arreglar el problema del ascensor, que no funciona desde hace más de tres semanas. Quiero preparar una cena especial para festejar la noticia y me quedan aún las dos horas de esta tarde que he pedido en la oficina para ir a consultar el médico. Me paro en cada planta para recuperar el aliento y llego por fin delante de la puerta con las llaves ya en la mano. Abro la puerta sin esperar y me dirijo hacia la nevera y de repente me paralizan voces que llegan desde el dormitorio, voces que ni siquiera entienden que les estoy viendo en una postura excesivamente íntima. Quería adelantarme a Sergio para darle una sorpresa, pero él se me ha adelantado a su manera y su sorpresa me deja sin voz. Aunque me tiemblan las piernas, salgo como había entrado unos segundos antes, arrastrando mi buen humor, mi felicidad y mis sueños. Pero ahora los arrastro por el suelo del apartamento, a las cuatro de la tarde y con solo mi bolso de mano sobre el hombro, lo sigo arrastrando todo por las escaleras y por la calle, pero esta vez sin cerrar la puerta y algo más tarde  cojo el tren Barcelona-Madrid de noche y corto de un solo tajo todos los hilos con mi amada ciudad. Otra vez me molesta la mirada insistente del vecino en el asiento de al lado justo al otro lado del pasillo y otra vez lo ignoro. Quiero concentrarme en mi encuentro con Sergio y en elegir las palabras para hablarle de Sebastián, pedirle su ayuda y sobre todo llegar a convencerle. Egoísta y cobarde como es, temo su reacción por haber pasado ya todo este tiempo sin vernos. Tras mucho pensarlo y pensarlo, he decidido seguir el consejo de mi prima Ana y de los médicos. Porque tal como hace diecisiete años yo di a luz a Sebastián, su padre ahora tiene la oportunidad de darle la vida de nuevo, tiene la ocasión de hacerlo renacer, con tan solo un injerto de médula…


Rkia okmenni

Rabat 03 de febrero de 2014

El fluir de la memoria, ejercicio de escritura a partir de El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina.

viernes, 14 de febrero de 2014

“PARÍS, AQUÍ ESTOY” de ABDELLAH EL HASSOUNI

    Hay que inclinarse ligeramente, abrir la bragueta, apoyarse con la mano izquierda en la pared de enfrente y ponerse en la posición adecuada, todo esto de manera casi automática, puesto que ciertamente no es la primera ni la última vez que opero de este modo; y así colocado, miro vagamente esta pared de plástico, de color beige, un tanto manchada y sucia, cuestión de verla sin verla esperando este sonido habitual que tarda en hacer ruido, nada, no sale nada, ningún flujo, solo el sordo y lejano ronroneo de los motores del avión, el ruido de las azafatas que se apresuran en el compartimento de al lado; siempre el tiempo es más largo cuando se espera algo, o a alguien, el reloj se toma una pausa larga, pero ¡uf!, por fin he aquí un pequeño chorro que anuncia la llegada eminente del torrente, el "torrente", esta palabra me hace sonreír y me recuerda la bella época en que era a menudo obligado a contenerme para no ver escapar las primeras gotas, todas aquellas primeras gotas, hasta aquellas que producía en el momento de un coito, ¡oh, qué bueno era antes todo! ¡Muy bueno! ¡Era hasta excelente! Tres pequeños golpes de nudillos en la puerta cerrada tras de mí interrumpen el monótono ronroneo de los motores y me obliga a hacer muecas para acelerar el chorro entrecortado, este débil chorro que me enerva, tanto como este espejo de enfrente que me devuelve la imagen de una cara más arrugada de lo habitual, a causa de estas muecas; si pudiera, por lo menos, dar a entender a este querido miembro mi decepción por haberse vuelto perezoso, bastante perezoso y mucho menos productivo. Ahora algún impaciente sacude la puerta de este pequeño gabinete, probablemente tiene miedo a ver escapar sus primeras gotas y debe pensar que hace ya demasiado rato que me escondo aquí escuchando Radio nostalgia; pero la vida nos quita lo que nos dio para ofrecérselo a otro, y al salir de este compartimento que me asfixia y me oprime voy a dejar helado con mi mirada a ese pequeño pretencioso que me molesta. Oh, es una dama; perdóneme, señora.
Perdone, perdone, me gustaría recobrar mi sitio; esta vecina se toma todo su tiempo, las señoras gruesas se mueven lentamente y toman más espacio de lo normal y por eso deberían ser más caros sus billetes a fin de que viajaran menos, o bien, si no, deberían pagar dos asientos y no uno; si me hacen director de una compañía aérea, inventaré para estas damas gruesas, pellízconas de mejillas de niños, plazas de una butaca y media a precios más caros, evidentemente, Gracias, no es usted tan solo muy amable, sino que además es usted encantadora… Un pellizco de hipocresía social jamás mató a nadie, pues en realidad, le habría dicho que… con el tiempo, usted ganó mucho en volumen..., lo cual esconde muy bien sus numerosas arrugas y hasta las de su vientre, pero por fin me he ganado una sonrisa inútil, la sonrisa de esta señora gruesa que me recuerda a mi última secretaria, la cual procuraba ocultar sus quilos y fealdad de joven vieja con su fuerte perfume y probablemente barato, un olor frente al cual yo siempre prefiero olores más naturales, como los de mis bestias; si no, ¿cómo se llamaba…? ¿cómo se llamaba…? ¡uf!, pues si comienzo a olvidar hasta esto, es que el Alzheimer comienza a saciarse conmigo, pero al fin y al cabo su apellido me importa un pito y ella no me gustaba en absoluto… Pero mira esta jovencita, demasiado flaca, más bien esquelética, que me impide ver por la ventanilla a causa de su abundante cabellera, claro que me sonríe también, gano dos sonrisas por el precio de una, pero sepa, mi guapa flaca, que no me voy a comer este plato, prefiero chupar los huesos de un pollo de un buen guiso que los huesos de una esquelética, sin embargo, voy a inclinarme hacia ti para evitar al grueso y gordo brazo derecho, el resultado de un mal reparto de masa corporal de la otra vecina, que ha invadido el brazo izquierdo de mi butaca; mi padre me lo repetía a menudo que… con una sonrisa puedes siempre ganar más de lo que fortuitamente puedes perder, voy a cerrar los ojos, a fingir que duermo para no dejarme perturbar por el espectáculo que se ofrece ante mí y si todo va bien, señoras mías, les contaré una historia mañana.
Otra vez voy a caminar, a deambular, a vagabundear horas y horas por esas avenidas anchas, esas calles umbrías y esos callejones peatonales que adoraba, eso si todavía soy capaz de andar tanto, pero con estos zapatos anchos supuestamente ortopédicos y que cuestan dos riñones, quizás tendré la suerte de hacerlo, así podré visitar algunos monumentos, no los suyos sino los míos, el 41-43 rue des plantes, el edificio de talla humana donde me pasé tantas noches espiando el cielo y soñando despierto acerca de tantos espejismos y milagros, normal, el balcón jamás había podido ganar sus galones y vestirse con una cortina como el resto de balcones del edificio, la famosa calle rue Daguerre, la tuya querida compañera, allí dónde íbamos al mercado del domingo, sus olores matutinos, el olor del pan recién cocido mezclado con el del pescado fresco o el del ramillete de hierbas aromáticas o de menta, y mi amigo, el vendedor de riñones que no te caía muy bien, el grande y esbelto vendedor de Chez Nicolas, que me aconsejaba siempre el vino que debía acompañar nuestra comida para una discusión larga, pues allí yo interpretaba mi papel de hombre serio escondiendo una sonrisa maliciosa y un poco solapada, y tú que te divertías en jugar a la joven dueña de la casa, plena de devoción, y justo una vez fuera lanzabas tu carcajada mientras yo te apretaba la mano y te llevaba a lo lejos para que nuestro querido vendedor de Chez Nicolas no te oyera con el fin de no estropear el placer del domingo siguiente, y por fin también la calle rue Javel, nuestro último refugio parisino, su avenida comercial que le es perpendicular y de cuyo nombre no me acuerdo, y los dos puentes cercanos, el puente Grenelle y el puente Mirabo que visitábamos alternativamente para que ninguno estuviera celoso, aunque sabías que yo prefería el Mirabo, con sus aguas huidizas hacia el horizonte lejano y tan relucientes, su dimensión mucho más humana ofrecía una vista más profunda, más despejada, hasta tal punto que me sentía solo contigo, que me pertenecías, a mí solo sin nadie, sin otro, te compartía justo con los peces que daban saltitos fuera del agua del Sena, ofreciéndonos gratuitamente el más bello de los ballets, satisfaciendo el deseo del pobre estudiante futuro veterinario que era. ¿Estás siempre en París? ¿Dónde vives ahora? ¿Y con quién vas al mercado del domingo? ¿Te ríes aún siempre con estas carcajadas tuyas por las que todo el mundo te reconocía y por las que yo era tan feliz? ¿Todavía estás furiosa contra mí, contra mi vanidad y mi estupidez?
Este tintineo de campana que anuncia que va encenderse la señal luminosa… Señores pasajeros, abróchense los cinturones, seguido por esa voz dulce pero casi mecánica y que ha atravesado mi oído tantas veces hasta el punto de perder el significado, lo mismo que esas chicas parecidas a autómatas que repetían al principio de cada vuelo gestos sin ninguna convicción a guisa de ejercicios de salvamento; siempre se parecen tanto, salvo aquella vez, la del famoso viaje, cierto domingo, en el viaje de vuelta al país, a la fuente, a mi ciudad, una ciudad de la que jamás habías oído hablar antes, a los brazos que tanto había echado de menos, un viaje sin ti, sin tu mirada curiosa y luminosa, calurosa y tierna, sin tu sonrisa discreta y radiante, sin tu particular carcajada que me lanzabas cada vez que hacíamos el imbécil, cada vez que perdía mis llaves o buscaba la gorra colocada en la cumbre de mi cabeza. Oh, mi bella bestia, la bestia que no necesitaba a un futuro veterinario porque era el futuro veterinario quien te necesitaba, todavía veo ahora tus lágrimas el día en que recibí mi diploma, lo veo, casi emergiendo de esta pequeña pantalla colocada en la espalda del asiento delantero, las lágrimas que habías calificado de alegría eran la del adiós ya que sabías que iba a volver al país, a mí país, y que quizás era el principio del fin de nuestra bella historia, lágrimas contra una sonrisa cretina, lágrimas que todavía me llenan de un sentimiento que no puedo definir hasta ahora, treinta y tres años después… Qué bella era nuestra relación, tan bella como una fruta, aunque podrida en su interior… Dicen que el fin del mundo será en domingo, pero la verdad es que cada uno tiene su domingo y nosotros ya tuvimos el nuestro.
La dama gruesa casi se apoya en mi brazo para levantar su armazón, sus terminaciones nerviosas deben de estar bien hundidas dentro de ese montón de carne y tal vez por eso no sienta gran cosa, mi pequeño gesto de huida hacia la esquelética no me es bastante útil, y en esta precipitación, en esta desesperada búsqueda de equipajes de mano, no contéis conmigo, señoras mías, para que les cuente la historia que acabo de revivir, nadie más lo merece más que yo mismo, la historia posiblemente de los momentos más bellos de mi vida, en una época en la que yo no sabía que lo eran, la historia que precipitadamente acabó en el hangar de un aeropuerto y que, quién sabe, quizás la encuentre al pie de la escalera, entre la gente que espera un resucitado, o puede que perdida en la muchedumbre del aeropuerto. Hay que dejar de hablar del comienzo y del fin; el tiempo fluye continuamente como las aguas del Sena o de cualquier otro río. Algunas veces, el tiempo se vuelve atemporal.
Por fin, ahí está mi hijo, que me espera enarbolando su gran sonrisa.

Abdellah El Hassouni.
Rabat, 30 de enero de 2014.

Texto basado sobre un fragmento de “El jinete polaco” de Antonio Muñoz Molina.

lunes, 10 de febrero de 2014

"EL ORIGEN" de ANASTASIO GARCÍA



Hace cinco años que empecé este mismo viaje, entonces llevaba a Imane  dentro y huía de mi destino ahora lo hago  en sentido contrario, casualidades o burla de la vida que nos hace volver al punto de inicio, viajo sola y voy al encuentro del origen de todo.
Siento que la sensación que tengo ahora es la misma que antes, angustia, miedo…  como cuando Imane se despierta por las noches gritando y llorando. Recuerdo el dolor de la despedida, todavía me duele la herida que jamás se ha cerrado ni se cerrará, el dolor por huir de una vida, de unos recuerdos, rabia por estar forzada a trasladar mi vida a otro lugar. A veces en la memoria de todos mis recuerdos lo veo llegar agazapado y silencioso como un leopardo esperando un descuido de su presa y noto, noto su aliento en mi cuello al igual que cuando Imane me quiere abrazar y me pilla por sorpresa. Bendita sorpresa y maldito desgraciado el otro. Hace frío,  el cristal de la ventana está un poco abierto y entra un aire que me está congelando. El frío de esta noche me está devolviendo a épocas pasadas, o quizás, y creo que es así, nunca salí de ellas, siento que mi alma está todavía ligada a mi huida.
Y ahora otra vez montada en este autobús, los mismos asientos, los mismos paisajes, nada cambia, y me pregunto  si en realidad el destino se está burlando de mí, de ellos… o de todos, ahí está la montaña, la luna, el paisaje inmóvil para recordarme que todo permanece. Miro a mi alrededor y veo caras, caras tristes, medio dormidas y pienso en los secretos que guardan sus bocas, veo la señora del otro asiento, parece tímida y  está nerviosa, se mueve mucho y no para de buscar algo que nunca encuentra en su bolso ¿puede ser quizás valor, esperanza o fortaleza? O puede ser que sea yo la que lo necesite.
Dicen que la historia es cíclica, todo gira y gira sin cesar, como una noria en el río que hace mover las piedras del molino, todo depende de la corriente, de lo caprichoso del río y la historia de cada uno es igual, depende de lo caprichosa que sea la vida, de la corriente que nos arrastra de un lugar a otro y entre el punto inicial y final, que coinciden, pasan muchas cosas, pero al final llegamos al  mismo punto. El punto de inicio y no retorno, que nos retiene y no nos deja escapar, dar vueltas y vueltas para no poder escapar del destino, el inicio y el fin. El fin es el inicio y el inicio el fin.  ¿No dicen que entre lágrimas nacemos y entre lágrimas morimos? Punto inicial y final confluyen como un río abocado a convertirse en mar. Es su destino e irremediablemente se cumple.  Ahora me acuerdo de la primera vez que vi el mar, me pareció tan inmenso que todavía tengo miedo.
Hace frío en este autobús incómodo, tengo sueño pero no quiero dormir. Quizás sean éstas mis últimas horas de paz antes de volver a enfrentarme a mi miedo, a la causa de todo este  desasosiego. Esta sensación, este ardor que me corroe el alma nunca desaparecerá, vivo con este temor pero nunca me he acostumbrado. ¿Acaso nos acostumbramos al mal? ¿Se puede encontrar la paz en el infierno? A medida que me acerco, los recuerdos reviven, se hacen más presentes y dolorosos y eso no me gusta. Miro por la ventana y veo que está amaneciendo, ya queda poco para llegar.

Rabat 2 de febrero de 2014.
Anastasio García García.
Ejercicio basado en una escena de la película Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar.

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"